La verborrágica incoherente

Hay mujeres que todos conocemos por ser de las que nunca callan, aun en ocasiones donde hasta el más idiota sabe que debe callar; mujeres que hablan por amor al arte de hablar, y que de trescientas oraciones incoherentes, inconexas, pueden llegar a decir media y, con suerte, hasta una verdad.
La verborrea es un proceso psico- motriz por el cual la boca, ayudada por las cuerdas vocales, escupe del organismo una serie interminable de palabras desordenadas enviadas desde un cerebro que no funciona con normalidad. A continuación intentaremos dar los síntomas propios del mencionado padecimiento.
Las mujeres catalogadas por ser verborrágicas incoherentes, en primer lugar, aunque resulte obvio, siempre hablan: cuando se les pregunta algo, cuando no se les pregunta, cuando la pregunta hecha es cerrada (sólo se aceptan respuestas afirmativas o negativas) responden con un extenso preludio para decir sí o no y finalmente no dicen ni sí ni no, hablan cuando están acompañadas, cuando están solas, hablan con el televisor, la radio, con la vecina que ni la miró cuando salió a tirar la basura, hablan con gente desconocida en las salas de chat, hablan con el perro, con el recolector de residuos, con el barrendero, con el que vino a reponer el agua, con el diariero, con los remiseros, etc. Para resumir, hablan con cualquier persona que no las conoce, porque por ser un perfecto desconocido no está al tanto de con qué tipo de charlatana se está topando.
En segundo lugar, la verborrágica incoherente habla boludeces, corrijo, habla sobre temas sin sentido, desconectados. Puede comenzar haciendo un comentario sobre el clima y terminar hablando de la vida sexual que lleva con su marido. No existe la lógica ni correlación de temas en su discurso. Es por esto que todos, al encontrarnos con este tipo de mujeres, nos decimos “ésta es una loca”.
En tercer lugar, este tipo tan característico de mujeres, se expresa siempre de manera inadecuada, está puesta en el lugar y en el tiempo más inoportunos. Nunca tendrá la palabra justa. A veces peca por intromisión y, en su afán de participar de alguna charla sobre un tema que desconoce completamente, opina, acota o refuta los argumentos de los demás sin darse cuenta de que ha escuchado la última parte de lo dicho y que dijo cualquier cosa.
En cuarto lugar, cuando se le hace notar que metió la pata, siempre trata de excusarse de la misma manera: la culpa de su incoherencia son sus hijos, el trabajo, el estrés, el mal día que tuvo, el mes de mala racha. En el fondo da vergüenza y ternura al mismo tiempo, porque siente la necesidad de ser parte de un grupo, y se nota que hace mucho esfuerzo por caer bien y hacer lo que se debe.
Estamos en la obligación ética de rescatar que la verborrágica incoherente -más allá de que todos pensemos que está completamente descerebrada y nos riamos en complicidad con los demás- no es una persona que caiga del todo mal; puede que nos hartemos de su parafraseo sin fin, pero al fin de cuentas no la sentimos como alguien indeseable o insoportable. Por lo tanto, podríamos considerar su verborrea como un defecto, un problema sin solución, pero no como una característica para odiarla. Su “cualidad”, en efecto, podría utilizarse en una presentación oportuna, por ejemplo: “Ella es fulana, mi compañera, es verborrágica incoherente”, sería como decir: “Ella es fulana, mi compañera, es insulina dependiente”.

La despechada

Si hay un tipo de mujer que cae pésimo socialmente es la despechada. Todos estamos rodeados por alguna, la ex mujer de un amigo, de un primo, la novia de mi hermano, la ex de mi marido, la amante pasada, presente, la vecina, nuestra compañera, etc.
El despecho por ser casi lo mismo que el rencor viene siempre de la mano de la malevolencia, y he ahí la raíz del porqué siempre caen mal las despechadas. A continuación se describirán las características básicas de este tipo de mujeres que nos dejan muy mal paradas.
En primer lugar para ser despechada primero se debe ser abandonada, no correspondida, corrida, echada, vituperada, y sobre todo superada por otra.
La despechada se caracteriza, entonces, por ser una huérfana de relaciones amorosas. Generalmente la orfandad es la consecuencia inmediata de su trastorno de personalidad. Cualquier despechada sigue un proceso de evolución similar al siguiente: comienza una relación amorosa con un sujeto X de quien se enamora súbitamente y sin evaluar las posibilidades de compatibilidad. Durante los primeros meses de idilio la despechada se muestra sumamente sensible a las necesidades de X, lo complace, lo atiende, es comprensiva y divertida. Como en toda relación, los sentimientos siempre van dispares, la despechada “ama” desde el primer día con pasión desbocada mientras que X suele ser del tipo de hombres cautelosos. La disparidad de sentimientos hace que la despechada enloquezca y comience a actuar manejada por su alter ego, comienzan las escenas de celos, los nervios, el llanto y, finalmente, cuando la relación llega al punto máximo de disputa, usa algún as que pueda sacarla a flote.
Entre los últimos recursos para reflotar la relación se encuentran: embarazo “no premeditado” y el viejo discurso de ¡¿qué voy a hacer ahora?! ¡me quiero morir, traer un hijo al mundo sola, tu hijo va a saber la mierda que sos!, etc. Esta estrategia sirve para que X sea asfixiado por la culpa e intente mantener una relación con la despechada, relación que finalmente no llegará a buen puerto. Otro de los recursos utilizados es la amenaza de suicidio ¡si me dejás me mato, te juro!, recurso muy trillado, porque por cierto, los que amenazan no lo hacen. X tratará de calmarla por un tiempo pero también será una relación que no sobrevivirá. Y el último de los métodos considerados más usados es la lástima: la despechada contará una historia ficticia sobre una infancia y una adolescencia muy difíciles, con traumas, abandonos, una supuesta depresión crónica y llorará, llorará mucho para generar compasión en su pareja, quien sentirá lástima y aguantará un poco más de tiempo.
Todas estas estrategias son constantemente utilizadas por la despechada. La pareja de la despechada terminará por romper la relación y por cortar de raíz el vínculo.
Se terminarán los mensajes de textos, la ayuda en calidad de amigo, los lugares de concurrencia común. En otras palabras, X desaparecerá de la faz de la tierra. La despechada continuará mandando mensajes de texto, primero pidiendo perdón, prometiendo mejorar; luego de no obtener respuesta los mensajes se tornarán cada vez más agresivos y virulentos. En la mayoría de los casos los mensajes se relacionan con descalificar a X y escupirle sus defectos para intentar menospreciarlo.
Cuando la fase de mensajes termine, comenzará la de acoso público. La despechada logrará averiguar los movimientos de X para seguirlo y actuar de manera vergonzosa frente a otros. Cuando este recurso no resulte positivo decidirá tomar otro camino: los celos.
Conseguirá algún hombre que le servirá de pretexto para mostrarse frente a X, pero cuando esa relación tampoco funcione volverá a acosar a X siguiendo el proceso anterior: mensajes de texto, persecuciones y acoso.
El problema se presentará con mayor gravedad cuando X forme otra pareja. La despechada llegará al grado supremo de su locura, buscará por cielo y tierra algún elemento que le sirva de prueba para descalificar a la “contrincante” y cuando no lo encuentre inventará argumentos que presentará a X bajo el pretexto de velar por su seguridad y bienestar. Cuando X haga caso omiso de sus comentarios llegamos a lo peor: la despechada está preparada para cualquier cosa. En fin, su accionar es repetitivo y cada vez se volverá más agresivo.
En cuanto a las razones del despecho, tendríamos que considerar que fundamentalmente el despecho, como se dijo anteriormente, deviene del abandono, pero para ser una auténtica despechada se debe tener muy baja autoestima. Por lo tanto, si conocen a alguna mujer con muy baja autoestima, a punto de ser abandonada por su pareja que ya no la soporta, huyan… es el mejor consejo. Este tipo de mujeres es una bomba de tiempo, nadie sabe cuándo van a explotar, aunque verlas explotar es un muy buen espectáculo.

La comeniños (saturno devorándose a sus hijos)

Es sabido que la mujer, como el buen vino, se asienta con el tiempo; pero también es sabido que un pendejo no sabe nada de vinos. Entonces ¿qué sentido tiene malgastarse después de los cuarenta, o más, en un pendejo que sabe menos que una?
Uno de los signos más prominentes de nuestra decadencia social son las maduritas que buscan pendejos. Esta es la tipología de mujer que se describirá a continuación.
Este tipo de mujeres atraviesa un proceso de mutación física en primer lugar, busca la forma esmirriada de las adolescentes, viste como tales y actúa como tales.
Lo que la diferencia de las adolescentes no sólo son los largos años, sino la astucia para cazar presas. Una de las trampas más efectivas son las salas de chat.
No hay ser humano que no mienta en una sala de chat, puedo tener cuarenta y decir que tengo treinta, puedo tener marido y decir que soy soltera, puedo hacer y decir más cosas de lo habitual.
El chat es, para los adolescentes e inexpertos, el camino de la salvación, si tienen suerte, se encontrarán con una madurita a la que le gusten las cosas que las adolescentes no hacen, y que para que lo hagan tendrán que trabajar mucho tiempo. Es en este punto donde entra en acción este tipo de mujeres. Comienzan con la charla amena, varias veces a la semana, intercambio de fotos, la mujer toma la iniciativa de mandar mensajes subidos de tono y la presa se enloquece. Después vendrán las llamadas telefónicas y finalmente, la cena.
Otra de las formas más seguras son las barras de boliches y pubs, el pendejo toma cerveza y habla con sus amigos, ella se acerca, pide fuego, pregunta cualquier cosa y entabla conversación, después de un par de lineadas y vasos de cerveza el nene está atrapado.
Dos o tres veces serán suficientes, para la señora, porque el pobre tipo inexperto quedará prendido y prendado por un buen tiempo. A la cacería de nuevo, y así pasarán más y más y nunca la cosecha se acabará, porque si hay abundancia en algo es en ingenuos.
Ahora bien, mencionado el proceso de captura, me pregunto ¿por qué la necesidad de gente joven? Tengo varias hipótesis:
1. Este tipo de mujeres tiene ascendencia vampiresca y necesita sangre fresca para mantenerse viva, y como todo vampiro recurre al encantamiento para llegar al sadismo.
2. Es un problema psicológico generado por los medios masivos de comunicación: la imagen de la mujer eternamente joven, por lo tanto, si los medios lo dicen es el modelo por seguir.
3. El fin justifica los medios: es más fácil conseguir lo que se quiere a través de un pendejo que nunca dirá “no puedo, no tengo”, que de un hombre ya hecho que dice “no” cuando no está de acuerdo o no quiere dar lo que le piden.
4. El problema podría radicar en la destrucción de la familia funcional. Me parece que el incesto se está abriendo paso en el siglo XXI, podría ser su hijo! Estamos retornando al inicio de los tiempos, cuando Saturno devoraba a sus hijos para mantener el poder.
5. Es una competencia inmoral entre feministas y machistas: la sociedad ve al hombre que sale con pendejas como un ganador, y a la mujer que sale con pendejos como una zorra. Por lo tanto, si me ven como tal, es lo que haré.
6. Un problema más profundo: el sinsentido de la vida, el vacío de la persona que lo ha perdido todo, o lo poco que tenía, que ha llegado a los cuarenta sin haber sido productiva en algo.
Aún con todas estas hipótesis no llego a ninguna conclusión exacta, podría ser un poco de todas o nada de ninguna. De todas maneras, no estoy de acuerdo ni con el viejo verde que sale con pendejas ni con la vieja que se las da de pendeja.
Quememos las etapas cuando hay que quemarlas, digo, para no hacer el ridículo.

Mujeres sin amigas mujeres

Hay mujeres que están imposibilitadas psicológicamente para mantener vínculos amistosos con personas de su mismo sexo. Intentemos crear un identikit básico de este tipo de personalidad.
Son personas –mujeres- que psicológicamente muestran debilidades tales como la autoestima demasiado baja, lo que acarrea trastornos de personalidad. Estos trastornos se pueden concretar a través de los típicos comentarios como “estás más gorda”, “te quedaba mejor el rubio”, “¿te acordás de fulano?¿el que te dejó?”, “qué hermosa está tu hija, ¿a quién salió?”, “hola amiga, te cuento que me compré un vestido hermoso, te lo prestaría pero no sé si te va a quedar bien”, etc. Otras formas de concreción de su baja autoestima son las miradas escondidas, por ejemplo, cuando nos encontramos con estas personas y al darnos vuelta sentimos en la nuca un puñal de ojos abrasivos. De más está decir que los pensamientos de estas mujeres se mueven en una borrosa galaxia que mezcla el odio y la envidia por algo que no tienen y el vil reconocimiento y aceptación de que nunca lo tendrán.
Este tipo de mujeres rapaces vive a la espera de comer la carroña que cae, de vez en cuando de nuestros errores, eso las alimenta. Si una ha dicho algo mal, si se ha puesto algo que no combina con nada, si aumenta un par de kilos, se prepara un banquete que la alimentará por un tiempo. Digo un tiempo porque cuando esta mujer regrese a su casa y se mire al espejo se dará cuenta de lo que verdaderamente es: una perdedora y, por cierto, envidiosa.
Me ha pasado encontrarme con este tipo de mujeres, he visto amigas mías soportar a este tipo de mujeres, y en más de una oportunidad he podido aprovechar la situación para soltar alguna que otra broma de muy mal gusto, un caramelito ácido.
Otra de las formas en que esta personalidad tan particular se manifiesta es la simbiosis. Proceso que consiste en fusionarse con la persona que odian y envidian (a la cual le desean algún mal que dure cien años), pero que en el fondo admiran y esto es lo que las lleva a autoflagelarse aún más porque ven a plena luz sus peores defectos (consumen anfetaminas, se matan de hambre, preparan fiestas horribles para ser el centro de atención, etc.). El recurso que adoptan, entonces, consiste en imitar el accionar de la persona que tienen como parámetro (la víctima), copian su forma de vestir, hablar, comienzan a hacer las mismas actividades y generan una competencia en la cual solamente ellas compiten porque la víctima ni siquiera se ha dado cuenta de que es un concurso para demostrar quién es la mejor.
El hecho de que la otra persona no se percate de que esta mujer trastornada intenta imitarla y, por supuesto, superarla, hace que la loca se enloquezca aún más y comience a elevarse al último nivel de su psicosis: los comentarios de mal gusto y poco éticos frente a conocidos y amigos en común.
Por lo tanto, para aquellas mujeres que se sienten identificadas con la descripción somera que he realizado, sepan que no hay peor cosa que hablar mal delante de otras personas de las que ustedes mismas llaman amigas. Las únicas que desnudan sus defectos y su insignificante autoestima son ustedes… y, por cierto, todos terminamos burlándonos.